miércoles, 17 de abril de 2024

El NONAGENARIO Afortunado al fin...

ya casi Feliz ¡Centenario!

(M.J.G.)

En la órbita de los recuerdos navegando

y a lomos de la frágil memoria cabalgando,

las sombras alargadas, con los años,

desengaños e ilusiones a la par

tejiendo van y trenzando.

 

Por el SER y no por el TENER

peleando.

Honores, poderes y dineros

relegando.

En vuelo raso subiendo y bajando.

Entre tradiciones y modernidad

peregrinando.

Y el temporal como se pudo

capeando.

La PAZ y el SILENCIO

sobrevalorando.

 

¡Héteme aquí,

fidelísimo lector bloguero,

a bombo y platillo!

Y a cuatro vientos

¡pregonando!... que

¡¡el 17 de abril!!

de aqueste año,

una mañanita de abril señoril,

con cielo velazqueño

y soleado escenario,

al pasar de hoja el calendario,

el Afortunado Nonagenario

ascendió a sus 98 tacos

a ser casi casi

¡¡ Centenario!!

En la antesala de esa anunciada Centena,

Disfrutando por obra y gracia

Y  cariño especial de las editoras,

y de las lectoras y los lectores,

se pone fin a estas Semblanzas Románticas.

viernes, 12 de enero de 2024

¡Otros Amigos que se fueron!

A los Amigos que alfombraron los caminos y marcaron el rumbo de mi Senectud

¡Amigos con mayúscula! Pero que se fueron sin despedirse. Ni un frío o simple adiós.


Es cierto que la amistad más profunda se fragua en la infancia y adolescencia. Doy de
ello fe en la repetición de varios capítulos a ella dedicados en el Tomo I de estas Semblanzas. Pero también sobresaliente es la Amistad que se formaliza en la jubilación,  y se fragua en la senectud  disfrutando de la conquista de - nuevos y buenos Amigos - a través de la Música, el Teatro, la Gimnasia, el Deporte, el Turismo, las Excursiones, las Tertulias... etc., etc. ¡Todos ellos con ideales, gustos y aficiones afines!

Os fuisteis sin despediros. Pero nos legasteis el cariño y el valor incalculable de vuestras Chonín y Asun, quienes con Palmira, forman el trío entrañable de animadoras: las tres son alma, corazón y vida del “Café de los Jueves”, acompañados de otras compañeras de la música.

Pero lo que más echo de menos, querido FERNANDO - prudencia, serenidad, señorío - es tu compañía o acompañamiento como maestro - tenor en la Rondalla  de Chonín.  (“¡Tres eran tres los tenores, que a los tres grandes igualan, pisándoles los talones!”). También me falta tu teléfono: tus amigables llamadas telefónicas veraniegas - ¡vacacionales! - a Palacios desde Menorca: insuperable y deliciosa brisa veraniega. 

¡Inolvidable JOSE ANTONIO! Fuiste premio a nuestra amistad con “tu” y “nuestra” adorada Chonín. Amistad acrecentada con nuestras concordancias y hobbies profesionales: el Libro, la Lectura, la Docencia universitaria,  el Turismo, la Música etc., etc. Pero ante todo, y sobre todo: por tu ¡insuperable Humildad y tu Bondad! Seguirás y continuarás acompañándonos siempre a la salida de los Ensayos de la Rondalla y aplaudiendo en nuestros Conciertos en la Casa de la Cultura.

PD. Estos dos amigos de Senectud - mejor dicho, de Corazón - Fernando y José Antonio, son merecedores de este capítulo especial y de que sus huellas queden marcadas en estas SEMBLANZAS ROMÁNTICAS.

(“¡Lástima! ¡Ya no quedan hombres como ellos!”, Amos Oz).

sábado, 4 de noviembre de 2023

Sueño de un Amante de las Uvas

 

 La nueva generación de vendimiadoras
Ilustración de Patricia Alemany Glez
Parodiando a Ferenc Máté, pluma amante del “bon vino”, (vide “Un viñedo en la Toscana”), con quien me siento emparentado -aunque con gustos  diferentes- pues, mientras su sueño es el “vino propio” - el mío lo son “mis propias y ricas uvas”: las uvas  de La Bandera d
e Palacios del Arzobispo (Salamanca). Y aunque los caminos a los viñedos propios, -¡plantados ambos por las propias manos!- sean diferentes, similar es el idilio natural entre hombre y naturaleza que los latinos calificaban de “locus aemenus”.

Pero mientras el enamoramiento del novelista húngaro y el de su esposa comenzó en su madurez, el de este bloguero abarca toda su existencia. Pues, ya en su infancia este rapazuelo, “espantapájaros” de profesión y de devoción, disfrutaba como un enano defendiendo, a gritos y aspavientos de las enormes bandadas de estorninos -arrasaviñedos-  las uvitas de la viña modélica de su padre Benjamín en el entorno íidílico vitivinícola del Zarapicos, hoy desértica panorámica, plaga de las placas solares. ¡Huelga la entristecedora alusión!

Pasemos página a la viñita de hoy, a la viña de “La Bandera” en Palacios del Arzobispo (Salamanca), herencia familiar de Palmira. Y aunque la extensión de la finquita no sea comparable a la gigantesca italiana de F. Maté, pues no asciende a la hectárea su extensión -y la de la viñita no sobrepase la mitad de la parcela- antaño huerta, prado, frutales, charca, etc., etc., lamentable y parcialmente descuidada hoy y cercada por fincas colindantes abandonadas, pasto hoy de la maleza: salvada por el altozano de poniente, por la viñita -ejemplarmente cultivada por el trío de “viticultores amigos” Luis, Claudio y Juan Calles.

Hoy La Bandera Viña es sinónimo de Uvas, Vino, Bodega, Vendimia, Reunión familiar en pleno con allegados, familiares e invitados -procedentes de Majadahonda, Guadalajara, Vizcaya, etc.: compañía y ayuda insustituibles de Regalados, procedentes de Bilbao y de la Calvarrasa salmantina.

Vendimia es también tradición de Cocido madrileño familiar, hasta el pasado año obra y arte de la cocinera Emma en su cocina del pueblo. Dignamente sustituida hogaño por el cocinero Sergio, versado en estas lides.

¡Ah! Y hablando de banquetes y celebraciones culinarias de Vendimia no podemos silenciar el reconfortante, idílico y tradicional  Aperitivo en la plataforma de la caseta -coronación de la tarea recolectiva y premio tradicional a los exhaustos vendimiadores de hogaño.

Pues Bandera y Viña forman cuarteto con Caseta y Pozo de abundantes y cristalinas aguas y nuevo y flamante brocal. Fuente de riego antaño, hoy plataforma con sólidos asientos, solidas piedras de cantería, obra y arte de los actuales jóvenes  propietarios, refectorio para el merecido aperitivo postvendimia y la obligatoria  merienda campestre veraniega a la sombra del gigantesco roble y en compañía del humilde membrillero.

Y pasando de lo positivo y culinario a lo romántico, a lo atmosférico: Bandera, pozo, plataforma, etc., etc., significa también Atardeceres y Puestas de sol veraniegas de belleza insuperable: el sol estival ocultándose tras el verde viñedo modélico de los amigos Calles (Luis, Claudio y Juan) espectáculo sin igual, cumplidores a rajatabla del proverbio popular “Escarba a su tiempo, poda en su día, azufra por San Juan y vendimia por San Miguel, y en vez de cinco recogerás diez”.

Las vendimiadoras y vendimiadores de hogaño de La Bandera han cumplido a rajatabla el cuarto mandamiento del viticultor. Es más… la vendimia de la Bandera 2023 pasará a la Historia como Vendimia histórica, pues de reseñar es la incorporación a las vendimiadoras de una nueva generación: nuestra bisnieta Amelia, dos añitos y medio, ¡vendimiando como una profesional! “El viejo pone la viña y otras generaciones la vendimian”.

Digna de reseñar es también la jubilación definitiva  del senior de la cuadrrilla -el Opa Manolo- alma, corazón y vida de La Viña la Bandera ¡durante largo medio siglo! Si bien no ha renunciado oficialmente al cargo, pues a través del móvil y el teléfono continúa “participando y disfrutando activamente”, recibiendo bella y abundante información  fotográfica de todo tipo y el regalo de una gran caja de malvasía -con algún racimito de moscatel y verdejo, y un “paar” -en alemán varios- de dulcísima negrita- ¡delicia insuperable para el desayuno del Opa!

Para los herederos y cuidadores de la Bandera está casi terminado un mapa y a medio hacer un manual de La Bandera, en la que figurarán todas las variedades de uva plantadas en la viña desde que el abuelito de Palmira plantara las primeras, hasta las últimas que hemos ido sustituyendo a lo largo de los años, para que no se pierda esa información tan valiosa e interesante. La Viña La Bandera es un muestrario de nada menos que 20 especies distintas de uvas. Ahí queda eso…

lunes, 2 de octubre de 2023

Al son de la Gaita y el Tamboril

"A cantar me ganarás
pero no a saber cantares,
que tengo un arca llena
y siete costales."

"La ciudad que te vio
por vez primera
el tambor de tu pueblo te repite."

"El día que tú naciste
nacieron todas las flores,
en la pila del bautismo
cantaron los ruiseñores."

Parodiando a mi adorado maestro Miguel Delibes en su primera gran novela La sombra del ciprés es alargada , "yo nací en Ávila, la vieja ciudad de las murallas, y creo que el silencio y el recogimiento casi místico de esta ciudad se me metieron en el alma nada más nacer…”, yo nací en un minúsculo y pobre pueblecito salmantino y entre los recuerdos más vivos y entrañables de mi niñez y adolescencia, que se metieron e mi alma nada más nacer, figuran los de la música popular: coplas y cantares populares, canciones de siempre, letras y melodías cantadas de generación en generación. Impresos en mi cerebro y guardados cuidadosamente en mi repertorio musical figuran los ecos alegres y festivos, primitivos y populares: coplas del castizo tamboril y de las populares  flauta o gaita castellanas en bailes y festejos de toda índole.

Fiestas de Carrascal en septiembre de 2016
De mi infancia, de la adolescencia y primera juventud, del gusto romántico por lo popular, la música capitaneaba primacía en rondas y verbenas, bodas y romerías y  celebraciones populares y familiares de todo tipo. Cual oro en paño en el archivo de mi memoria figuran canciones populares -principalmente castellanas- editadas (por citar algunos ejemplos) en varios tomos por Everest. Música que llegaba a nuestros oídos a través de la flauta y el tamboril en aquellos tiempos, casi seculares, en los que la luz eléctrica (y por tanto ni radio ni televisión) habían aparecido en los apartados poblados castellano-leoneses, perdidos e incomunicados por tierra, mar y aire. 

De la   niñez perviven vivas todavía en mi memoria las canciones patrioteriles cantadas diaria y obligatoriamente al final de la jornada escolar en todas las escuelas nacionales en aquellos "años triunfales” del incipiente franquismo: El ¡Viva España!, sustituido algunas tardes por el himno, igualmente oficializado, ¡Cara al sol! (Confieso “orgulloso” que aquel entusiasta cantor infantil ni presumió, ni vistió jamás la célebre “nueva camisa azul”).


Muchos fueron además -¡y continúan siéndolo- los factores y festejos causantes, a los que me siento vinculado como autor del presente capítulo. De resaltar fue -y continúa siéndolo- durante las anuales festivas y populares ferias septembrinas salmantinas el día del tamborilero en Salamanca. Tradición anual charra. Durante los festejos septembrinos las calles principales de la ciudad vibraban y bailaban al son de las flautas y tamboriles charros. 

La música popular es la que mejor refleja el espíritu rural tradicional. Música hoy bastante relegada y arrinconada en las fiestas populares por las ensordecedoras y monumentales orquestas en voga.  

Pero resucitada -¡y revivida!- en otros actos, como lo fue en el histórico Palacio del Infante Don Luis de Boadilla del Monte  el domingo 4 de junio a las 12:30 de la mañana: al son de la flauta y el tamboril, en el ciclo de Cultura tradicional en la España rural, por los músicos e intérpretes folkloristas D. Miguel Nava y Don Rafael Martín, cofundadores, profesores e investigadores en la Escuela de Müsica y Danza tradicionales en la Sierra Norte Entresierras.

"Canta, canta, guitarra
guitarra mía,
que tú siempre serás
toda mi vida." 

Recordando vivencias musicales populares, se entrecruzan los cables de los grandes profesores e intérpretes de hoy día y la vivencia musical de la pasada primavera, con las vivencias musicales de la infancia y juventud: la flauta popular y el tamboril de los tamborileros y dulzaineros de antaño.

Tres fueron los animadores con su gaita y tamboril de las fiestas y festejos: bodas, carnavales, romerías populares de aquellos pueblecitos del Tormes ledesmino: Almenara - La Vega de Tirados, Zarapicos y Juzbado -con San Pedro del Valle y “mi Carrascal” a la cabeza. Tres los ilustres tamborileros ¡solicitadísimos!: Pepe el de Almenara como el más sobresaliente. Y los tres aficionadillos a “la jarra de tintorro” -siempre a sus pies para enjuagar la flauta -: el señor Quintín de la Vega de Tirados, a cualquier día y hora a disposición de los mozos de Carrascal- quienes disfrutaban canturreando y bailoteando al ritmo singular de su peculiar flauta de la media docena de canciones de su repertorio.

Inolvidable su pasodoble:

"Tú me robaste las peras
tú caerás.
Tú me robaste las peras,
tú las pagarás.
¡Tralaarala larala! ¡Laralala! ¡Laralala!"

 También famoso era el canturreado vals:

"De la feria de Sevilla
he contraido una alianza
gargantilla de colores
y unos anillos de plata.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
No te mires en el río.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
¡Ojitos de mi querer!
¡Porque tengo Niña celos de…!"

 (Puedes escuchar esta canción cantada por Conchita Piquer en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=9XDG5tRBK4c)


Memorable también mi muy querido Sr. Florián, zapatero, gran pescador de barbos y vecino de mi abuela materna en San Pedro del Valle.  

A su recuerdo va dirigido este post.

jueves, 22 de junio de 2023

¡A la caza de la Centena! ¿Hay quien dé más?

(Nonagenario florido y hermoso y… aficionadillo a las letras y las flores)

“Nunca cantemos la vida de un mismo pueblo -ni la flor de un solo huerto- y que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros.” ¡Y todas las terrazas!

Plagiando al poeta zamorano León Felipe, inmortalizado en el archivo de mi memoria, la voz del poeta y el ritmo de sus versos perviven frecuentemente en el mundo de mi florida terraza de Majadahonda …

“¡Cuán veloz el tiempo pasa!…

todo fluye, todo pasa

el devenir marca la marcha.”

Pasan las nubes volando, los años volando pasan, vienen, pasan y vuelven… como los de este abrilcumpleañero con “centena” cercana a la vista.

Debajo del cielo de mi realismo, la adorada terraza de mi idealismo. Mundos y lugares hay donde encuentran reposo los años, la edad y la memoria. No importa que los sueños mintiendo prosigan, ya que al fin y al cabo…

“Venturoso el que soñando muere

infeliz el que vive sin soñar”. ( Rosalía de Castro)

La primavera llega con su abril  florido y hermoso. Abril abrilero no siempre es traicionero. Menos aún si es solemne y gozoso, como el de este cumpleañero de rango navegando placentero en ruta de los “ocho” con la centena como meta a sus espaldas.

“Mundos hay donde encuentran reposo los años”, repito. En los horizontes de mi terraza por ejemplo, sol radiante y cielo azul, nubes blancas, oscuras y brumosas, gigantescos cúmulos tormentosos en formación, aviones a mansalva -indescifrables destino, altura y procedencia- cruzando el cielo madrileño en todas direcciones.

En mi humilde, pero luminosa terraza, brilla tempranera -¡ya en febrero!- la primavera. Mundos hay donde encuentran reposo los años de jubilación. Obligatorio y reconfortante el saludo matinal a la terraza con “mis” plantas y flores suplicando el rieguecito alterno, o diario, en las fechas estivales. También en la quietud de la tarde, con el sol de espaldas despidiéndose en las altozanas  chimeneas de los vecinos tejados de enfrente y la típica meriendilla hispana “amenizada” con la lectura del librito de turno. La terraza de las flores convertida en merendero y salón de lecturas predilectas cuando en amarillo variado brillan ya exuberantes las tempraneras caléndulas, acompañadas también de las madrugadoras fresias multicolor: ¡Amarillas, moradas y rojas!

Siempre acompañados, mañana y tarde, por mis inseparables amigos: los voladores - cantores, mis adorados amiguitos desde la infancia, los pajaritos: el canto del mirlo enamorado - el arrullo de mi tierna y adorada tortolica o paloma turca luciendo su media corbatita negra en su presumido cuello y acercándose, al atardecer, a limpiar los restos del “comedero” de los pícaros, esquivos y ladronzuelos gorrioncillos.

Y en plena primavera, en el mayo florido y hermoso, tanto si el cielo está claro como oscuro, encapotado como soleado, la terraza es libro abierto a la climatología y a la floristería. Archivo  rememorativo de inolvidables vivencias de infancia y juventud a cielo abierto: escenario y fiesta de silbos, chirriante exhibición voladora y musical de los veloces vencejos, que en pequeñas bandadas - rozando con sus chirridos y acrobacias los aleros de los tejados, donde las hembras cuidan de sus polluelos, copiando a la ausente - golondrina becqueriana - ¡por mí tan añorada! - pasaba rozando los cristales de las ventanas de su amada. También añorado es el silbido mañanero del desaparecido estornino en las chimeneas del bloque de enfrente, si bien el esquivo mirlo ameniza los plácidos atardeceres con su regocijante canto.

Y sin renegar de la ciudad, buscando siempre los silencios de la sonora soledad de “mi terraza”, este afortunado nonagenario, volcado siempre al campo y a la naturaleza desde la infancia, es a su vez, repito, afortunado amigo diario de la TERRAZA con sus flores, sus plantas y sus pajaritos: sus vistas al cielo y a la montaña.



El tiempo parece detenerse en este cálido mundillo urbano, convertido por el patriarca de la familia en lugar de recreo y reencuentro familiar. La visita - e “inspección” de la terraza es tradición familiar obligatoria de Palmira e hijas. Y también mercadillo obligatorio de intercambio de tiestos, plantas y flores en sus visitas a Majadahonda. Sirva de ejemplo la siguiente foto, cierre testimonial de lo antedicho. Y testimonio de esta Terraza, libro abierto a la climatología, a la florería, a la fotografía y a la pajarería.